Pasar por la puerta de tú casa
es dejar miles de recuerdos
dentro de una lágrima,
en cada baldosa de tus veredas,
cuesta no poder olvidar, tantos momentos
que, vivió mi adolescencia
detrás de tus libres rejas.
No fue un día, fueron años
de nuevas experiencias diarias,
tratando de compartirlo todo.
En las malas
cuando el escombro de progreso
el frío y los sacos manchados
nos hicieron sentir tan mal.
Fue entonces, cuando aprendí
que debía luchar con vos
y, aprendí a luchar.
Perdimos poco a poco el temor
enfrentándonos a la vida,
y, me enseñaste a vivir.
Pasaron los días
las horas de clase,
comenzaste a formar, de cada chiquilín
un hombre, mientras pasaba
la terrible tempestad del progreso,
junto a la comprensión, esfuerzo
y mutuo valor que nos unía,
y hoy, te extraño,
y,
quiero volver a vivir
los sábados de fogón, los cuartitos
los pasillos, el mate y las charlas de cada quedada,
como olvidar todo eso.
Pero hoy,
soy el hombre que formaste
con todo tu esfuerzo, y solo
puedo visitarte, recordar, sentir,
y dejar caer una lágrima
frente a,
tus libres rejas.