
dedos suavemente, rojos, naranjas
cobrizos, arco iris de suavidad
tus cabellos que simplemente
hablan de vos, de tu forma de decir,
de tu expresión y tu ser.
Y entre los dos, desnudos
después del último café
antes de la medianoche, donde
los vasos de hielo guardan el aroma
al whisky saboreado entre nuestros labios.
Se detiene el tiempo de los relojes
y los besos comienzan a marcar
el ritmo lento de la noche,
hasta el primer rayo de sol
que baña tus senos erectos, en el
instante del grito final,
donde solos en la madrugada,
nos volvimos a amar una vez más
sin tiempo, sin prisa y sin demora.