Entre sus manos,
él depositó sus días, sus vivencias,
como delicados pétalos envueltos en papel celofán,
esperando ser desvelados.
Sus historias, recogidas en poesías,
yacen expectantes ante el toque
de sus dedos, anhelando ser exploradas.
En sus manos, él se encuentra ahora,
sumergido en un océano de deseo
y pasión compartidos.
Juntos exploran los senderos del tiempo,
siguiendo las rutas caprichosas del destino,
que los conduce a las noches sensuales
y a los amaneceres apasionados.
Cada luna compartida les pertenece,
un lienzo en blanco sobre el cual plasman
sus deseos y anhelos, tejiendo una historia
sensual con cada caricia,
cada susurro y cada beso.
En sus manos, el pasado y el futuro se entrelazan,
y en cada encuentro, descubre el regalo
de tenerla a su lado, experimentando
el éxtasis de sus cuerpos fusionándose
en una danza ardiente y eterna.
En que mejor lugar Oswaldo. Precioso poema.
ResponderEliminarUn abrazo.