martes, 10 de noviembre de 2020

Diez Poesías Para SILVINA (Agosto de 1984)


A todos los amigos de la Juventud Radical de Monroe esquina Tronador.

Comentarios de solapa:

                                     EN SEDDON BAR.

                                                                                                                                                                                                        En la larga lucha del campo popular, aquellas que no terminarán hasta el día de la victoria final; existieron y existen poetas que iluminaron el camino con su aporte. En Osvaldo este aporte es doble, ya que se destaca como militante político de la auténtica vocación revolucionaria de profundo sentir social y como poeta sensible, frente a lo cotidiano y permanente del devenir humano.

                                                                                            PABLO   BATALLA.


                                 

                                    Vivir, luchar, amar, odiar, creer y soñar para OSVALDO son formas de comprometerse y militar. Frente a la luchadora imagen del militante encontramos el hombre que sueña con vivir y vive soñando.
Azules, verdes, castaños oscuros; serán sus ojos. Detrás de todo poeta hay una mujer. Finalmente y
(para la fortuna de sus lectores)  que la política y la vida, los sueños y SILVINA, hagan que el autor siga creando obras como la presente.                                               

                                                                                            GUSTAVO DEL VECCHIO



UNO.

Te seguirán mil gaviotas
por donde vayas amor
cuidando tu frágil risa
tu inocente juventud;
y será de madrugada
cuando el sol te observará
cobijando tu belleza
gorriones despertarán;
y en Buenos Aires
mi canto
por Corrientes subirá
del río hasta Chacarita
gaviotas me seguirán.
Pues;
antes de dar tu nombre
mi tumba lista estará;
cuando se quejen los fuelles
cuando llore algún gorrión
gritando desde una nube
tu nombre;
estaré yo.



DOS.

Palomas de mi plaza
niños de mi barrio
juguetes que he regalado
noches que no he soñado.
Todo hoy quiero vivir
antes de que me lleven
a mi pedestal de espuma
a mi tumba sucia y tierra.
Palomas de mi Buenos Aires
con los niños, ayúdenme
no quiero cavar mi tumba,
quiero ser yo, sálvenme.



TRES.

Oculto el sol mi rostro
aquella mañana
no fue como tantas
estabas a mi lado.
Pues rompiendo en furia
aquellos minutos
eras tú mi cuerpo
y yo te besaba.
Fue el lapso nocturno
descansar los cuerpos
cerrar nuestros ojos
dormir abrazados.
Fuimos solo uno
despertando el día
mi piel era tuya
y vos solo mía.
Pasaron las horas
fue muriendo el día
partiste esa noche
dónde
estás;
mi vida.


CUATRO.

Sí diez minutos de mi hora
fuesen tuyos;
serías mía
cuatro horas por día.
Si cada dedo de mi mano
fuera compartido
pasear de tu mano
sería mi alegría.
Si mis labios fueran tuyos
y tus ojos me alumbrarán
no te podría escribir
serías mía.



CINCO.

Tus ojos
tan tristes
derraman intriga,
que loca poesía
esboza tu risa
después del llanto.
Eres temor
ojos tristes
y la sonriente poesía
que intriga
a partir del llanto.
Temo
esbozar el llanto
de mis ojos:
el día, que escriba
la loca poesía;
solo para vos.


SEIS.

Sutil o no;
profundo, furioso;
frío.
Amenazas mi rostro
me dañas,
corren las estaciones
pasando tu tiempo,
tienes historia
sobre tus espaldas;
te cansas y enfureces,
arrastrar
con el mundo
y sigues:
te muestras cálido;
te escondes
pero vuelves
viento.


SIETE.

En esta loca situación
hoy con ustedes me encontré
le pegué al mundo del revés
y solté un grito en re mayor.
Tal vez sorprenda mi actuación,
en esta loca situación
descolocando su atención
al no tener ni ton ni son
comentó hoy la depresión.
Quizás, tal vez
en re mayor
o . . .
Al divino botón.



OCHO.

Que bella pura
que simple dulce,
que  profunda alegre
que transparente perfecta:
que hermosa
que mil cosas más
Agua.




NUEVE.

Busqué cariño
encontré mis padres.
Busqué comprensión
encontré un amigo
casi sin palabras.
Busqué amor
y, te busqué,
dónde estás,
mujer.






DIEZ.

Faltan tres horas
una hora,
diez minutos:
llegaste
comencé a vivir.
- Hola, que tal,
- Bien, y vos . . .
Faltan treinta minutos
veinte, diez, cinco.

- Hasta mañana
- Chau.
- Te llamo. . .
Te fuiste
comencé a sufrir-








EPÍLOGO:

                 A Osvaldo los muchachos de la 28 le dicen "el nono "Para algunos, interpreto, habría una diacronía del tiempo, una contradicción entre su existencia y su esencia, alguna trampa metafísica en la que los apodos no serían más que nostalgias de algún tipo de memoria cósmica. Puede ser, yo también sospecho que cierta lógica inconsciente subyace en la fragilidad de un apelativo. Supongo que no es casual el imaginarlo eterno tal vez universal. 
               Osvaldo Hermida, "el nono", "el flaco", sugiere en su figura, en su decir, en su accionar,
la nostalgia afectiva de aquello que vislumbramos o pudimos intuir. Todo él  es afecto, potencia creadora, desgarro, pasión, compromiso, amistad. Lo otro, el olvido, la mezquindad, la achicada, no se conjuga con la temporalidad aurífera del ayer. No es digno de nonos y flacos eternos.
              No sé porque cuando hablo de Osvaldo  nono Hermida me acuerdo mi gran amigo Basileo Celestino. Que dupla hubieran hecho¡¡, Me consuela saber que ambos gastaron las mismas baldosas Saavedrinas, en un coleccionar de esquinas sin ochavas o  de almacenes con despacho de bebidas! Claro que, si Basileo viviera  sería "jovato" sin grupo, y Osvaldo más allá de la infamia peyorativa, no deja de ser un cronológico joven que carga la responsable cruz de reflejar en tan pocos años toda la veteranía que da el oficio de vivir. Y en vivir en sentir la heterogeneidad del cosmos como un compromiso, Osvaldo "flaco" Hermida no tiene rival.
                 ! Que raza la de los flacos ¡  ! Que gloria la de perpetuar esa especie siempre finisecular de la bohemia creadora ¡Osvaldo, un poco hijo de mi amigo Basilio, o del inmortal Aroldi, resume en su compleja herencia toda aquella vieja y perdida ciencia del gozo enteléquico. Los flacos, sabios como los nonos disfrutan porque sí, porque lo otro no tiene sentido, porque al mismo dolor hay que ponerle el hombro y aprender a quererlo, porque el gozo está en probar, en no bajar los brazos, porque la llegada, la meta  es el fracaso. . .     


                                                                                   Hector " Titi " Anselmi.



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