martes, 24 de enero de 2017

*ELLA.

La escalera del vestuario detrás de la Cachila nos reunió como más de una tarde noche, sentados ahí, tuvimos una larga conversación. Ella emprolija mi corbata azul, yo hacía lo mismo con su largo cabello castaño claro, que enredaba entre mis dedos como un juego en cada encuentro, pero decidimos cortar nuestra alocada relación de adolescentes, los dos teníamos miedos, miedos al futuro que comenzaba en poco tiempo detrás de las libres rejas de la escuela, nos esperaba en pocos meses un futuro casi incierto pero sé el futuro, y compartirlo era insostenible, por lo menos como ella quería. Nos tomamos las manos fuertemente y ella, con un rostro casi de enojo partió a su casa, a mí me esperaba el entrenamiento, que no cambiaría por nada.
Pasaron los días y, justo en la escalera, nos cruzamos frente al cuartito, yo entraba y ella subía; se acercó y me dijo al oído, casi susurrando: "Te espero en la Cachila, en el recreo largo".
No podía fallarle. Volví al taller, le comenté al Tano, que debería tener una conversación y, como siempre, cuando le decíamos la verdad, me dijo "vaya y pórtese bien, pero vuelva".
Sonó el timbre, bajé corriendo la vieja escalera y el largo pasillo de talleres; llegué a la Cachila y viendo su figura desde lejos, pensé mil cosas en cada paso a su encuentro.
Nos sentamos mirando la cancha, en la escalera de siempre. Encendimos los cigarrillos que juntos compartimos hacía meses y me entregó un dibujo, hecho por ella, dedicado a mí, me dijo: "Algún día encontrarás la mujer de tu vida y ojalá sea ésta que dibujé pensando en vos y para vos. Me causó gracia, lancé una carcajada y ella se enojó. Su rostro, retirándose, simplemente dijo: "No entendiste nada".
Pasaron muchos años, no supimos por mucho tiempo nada uno del otro, pero yo conservaba ese dibujo.
Hoy encontré esa mujer,y como le prometí a ella, la cuidaré, protegeré y trataré de amarla como tantas veces conversamos. Es casi la utopía de aquella adolescencia tan linda, compartida y conversada pero, ante todo, es mi palabra, la que alguna vez le di hace muchos años en nuestra querida escuela y hoy convencido de que tenía la razón que aquel día no le di, publicó aquel dibujo y le grito, ¡¡la encontré!!
Ojala vos y ella se encuentren en este sincero relato, de pocas palabras, pero de cuarenta años de vivencias separadas que hoy confluyen por primera vez. Y ojalá comprendas que todo lo que pensamos hace tanto tiempo y pudimos realizar juntos, pero nos prometimos realizar por separado hoy yo lo estoy cumpliendo y ojalá vos me estés leyendo como ella.

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