Simpático, atorrante,
obsecuente de cada noche
transitas las veredas,
contento, triste y chueco;
de casa a la avenida
con frío, calor, lluvia;
a paso lento o apurado,
si es necesario;
negro manchado,
me esperas para cruzar
para encender
el primer cigarrillo de la caminata
o el último antes de llegar
sentado en la esquina del buzón.
Prometeo, mi compañero fiel
raza calle,
me escuchas, me comprendes
y estás...
amigo de la noche
custodio de la cuadra
sincero y picaflor.
Cuando no vienes, se te extraña,
pero vuelves después
de alguna andanza callejera.
Ladra Prometeo, te espero,
la noche nos espera,
regresa hoy.
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