Suave como la brisa
que acaricia nuestras mejillas
al paso lento del abrazo costero,
así... son tus labios
y tus dedos sobre mí,
cada madrugada
en la insólita
conjunción de las almas,
en el encuentro azul
de las llamas
que perdidas de ausencias,
se encontraron
sobre el amarillo césped
del nuevo amanecer.
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Hermoso
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